Entendiendo la necesidad de sentir el dolor
La autolesión sirve para provocar un dolor, el cual se le define como ‘dolor simulado”.
El concepto de “dolor simulado” ayuda a explicar porqué las habilidades de manejar y tolerar la angustia son tan cruciales.
De lo que he leído, compartido con otros que se autolesionan y mi propia experiencia, estoy convencida de que la razón por la que la gente se auto-lesiona es para desviar un dolor desconocido y que aterra en algo comprensible, real y concreto. El dolor interno incomprensible que se siente se hace manejable al realizar un “dolor simulado” o un “pseudo dolor”. El llamar este fenómeno un “dolor simulado” no implica de ninguna manera que no duele: duele y mucho.
Cuando los pensamientos, los recuerdos, creencias o eventos que suceden son excesivamente dolorosos, en lugar de enfrentarlos de frente y sentir el dolor ‘genuino” que provocan, desviamos la angustia que esto provoca en dolor físico, el cual podemos entender, sentir y controlar, como es el dolor provocado por la autolesión: es un dolor físico que simula el dolor real.
El dolor real que se asocia al pensamiento, al recuerdo, o al evento lo tratamos de evitar, y de manera consciente o inconsciente sentimos la necesidad y el deseo de provocarnos dolor físico. El dolor físico o simulado duele muchísimo, pero es controlable y familiar; en cambio el dolor real que estás evitando da miedo, no lo puedes definir y se entremete en tu vida y en tus entrañas, sin manera de controlarlo. A lo mejor sientes que si entras en contacto con el dolor real vas a perder control: “si empiezo a llorar, nunca voy a parar” o bien “si me enojo nunca voy a para de gritar o agredir”
Es muy fácil acudir al dolor simulado, al dolor provocado por la auto-lesión. El tratar de encontrar la fuente de tu malestar puede dar mucho miedo, ya que no sabes con que te vas a encontrar cuando desenmarañes tu sentir.
En lugar de enfrentar la raíz de tu angustia, inconscientemente la desvías lejos de tus recuerdos o sentimientos que la generaron hacia la auto-lesión. El hacerse daño es muy seductor: tu lo controlas. Conoces los límites, aun si te sientes fuera de control. Hace sentido y logra que la angustia se vaya, aunque sea por un rato.
La auto-lesión es un mecanismo muy astuto: toma lo que parece insoportable y lo transforma en algo que puedes controlar. El único problema es que cuando desvías el dolor nunca te enfrentas a él y por lo tanto nunca se va a disminuir su intensidad. Regresa y regresa y tienes que seguir cortándote o quemándote.
Vas a tener que enfrentarte a lo que es insoportable si quieres en algún momento que ya no tenga tanto poder sobre ti. Cada vez que logres enfrentarte cara a cara con el dolor real, lo puedas sentir y tolerar, va a ir perdiendo su habilidad de tumbarte y eventualmente se convertirá en un recuerdo.
Para esto necesitas ir construyendo tolerancia a la angustia y al miedo. Tienes que ir enfrentando poco a poco (con ayuda de un terapeuta entrenado) los eventos que te han llevado hasta aquí. El ir compartiendo tus miedos, tus temores, tus vergüenzas, tu coraje, tu tristeza, vas quitándoles la fuerza de hundirte, y así poco a poco se van volviendo recuerdos de tu pasado y no enemigos de tu presente.
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